EDGARDO

Amado hijo en tu cumpleaƱos

Un jueves veinte de abril, el reloj marcando las cinco cuarenta y cinco,
la luz de la sala iluminó tu llegada como un milagro antiguo.
Mi pecho se inundó de una alegría sin nombre,
y supe que eras mi destino, mi razón, mi hombre.

La cuna esperaba con sábanas de lunas,
la blanca pelota  rodaba hacia tus primeras fortunas.
Juguetes y ropitas, testigos mudos de mi anhelo,
tejieron canciones de bienvenida para tu vuelo.

Tú y tu hermana, dos raíces de mi árbol sagrado,
Edgar y Camila, mi norte y mi legado.
En sus risas encuentro el eco de la vida entera,
y en vuestro amor, la prueba de que Dios existe y espera.

Prometo ser tu sombra cuando el sol queme demasiado,
tu abrazo en los inviernos, tu cómplice en cada salto.
Los años pasarán, más este juramento permanece:
\"Donde haya oscuridad, mi amor será tu linterna breve\".

Que los ángeles hoy tejen para ti una corona eterna,
hilvanada con gozos sinceros y paz interna.
Que cada paso tuyo siembre trigales de esperanza,
y al mirar atrás, mi pecho sea tu plaza
donde el cansancio descanse bajo el árbol de la confianza.

Serás hombre, mas siempre mi niño de abril tempranero,
el que convirtió mis miedos en un camino certero.
Llevo tu nombre grabado en el alma con tinta indeleble,
Edgar Alejandro: mi poema infinito, mi posible imposible.

¡Feliz cumpleaños, hijo de risa amplia y sueños altivos!
Hoy el universo canta con los acordes de tu ser vivo.
Que Dios te envuelva en su manto de estrellas caminantes,
y cada año renazcas cual fénix de amores constantes.
Eres la luz que aquel abril encendió en la sala silente,
mi orgullo eterno, mi amor siempre presente.