Hernán Mejía Silva

LA VOZ DEL LÓBREGO

Miró a la noche,

a través de sus colores,

más allá del temor,

su piel aún brillaba.

 

El insomnio ya no estaba,

había olvidado el resquemor,

vacío de sus dolores,

ahora era belleza y derroche.

 

”Mal de amores”,

diagnóstico para el gato fantoche,

que sin ningún dolor,

cerrando los ojos a su oscuridad se entregaba.