Fernando Cerceau

EL SILENCIO DE LOS LIRIOS

Ayer fueron insuficientes el tiempo,
el alimento y las palabras,
para intentar más de un destino.
La vida no fue el comienzo del camino,
ni las ideas, matices de los colores del alba.
Todo ocurrió entre noches y penumbras:
la gestación, el educado amor, el abandono.
Las estrellas me hacen dudar;
ya no están ahí, pero permanecen inamovibles.
Otros astros errantes se mimetizan con los peces,
para que el cielo sea un mar,
y sus ingrávidos guerreros, excluidos o prescindibles.
Es inminente el final, pero no has cambiado.
Tu aspecto impasible, tus intenciones aún sin descifrar,
todo parece inalterable visto desde el futuro,
como las cosas que abandoné por salvarme,
como los besos ahogados de la resignación.
Hubo un amor tan oportuno
que evitó mi muerte cuando debía morir;
un silencio de los lirios, simulando
aquel trance injustamente olvidado.
Hay un dolor encargado
de una vida duradera, de un sol pardo,
un hogar lleno de tizne, de fuego,
y una casa antigua, quebrada entre la leña.