Sin saber a dónde ir,
jamás se puede llegar…
En la foto quedó guardada,
la balanza del tiempo,
su mítica estructura,
en su enigma indescifrable.
Silenciosa pero nunca olvidada,
de puerta roja su templo,
la nostalgia futura,
había llegado indomable.
Forjada entre sueños y dulzura,
fue una maravilla en su momento,
ahora es una máquina formidable,
que jamás es usada…