Yo, navegante, en la orilla callada
trazada por un río de dulzura
sueño en partir la espuma iluminada
abrir la mar con filo de ternura
romper el cielo gris con mi velamen
y arder bajo la estrella más oscura.
¡Oh hielos del confín! ¡Oh fuego infame
del sol que cae sobre la selva ardiente!
¡Oh trópico de sal y flor derrame
donde la palma canta eternamente!
Mi canto va con alas al abismo
sobre un bajel sin tiempo ni corriente
tras un rumor azul, tras el lirismo
de voz marina y húmedo coral:
¡Sirena de los sueños, ven al mismo
latido donde el agua es madrigal!
Nácar, espuma, caracola rota
son mi deseo, mi ancla y mi cristal.
Deja tu gruta, ninfa, deja y brota
como flor sumergida entre las algas
desátame del miedo gota a gota
y enciéndeme la piel con tus galgas.
Cae el albor sobre el mantel del mundo
y en la ola el corazón da sus salvas.
¡Navega mi timón en lo profundo
de tu voz, mientras rompe la alborada
su copa de coral en lo rotundo!
Mi alma será tu nave enamorada
sirena de mi espuma y mi tormenta
mi viento, mi temblor, mi marejada…
¡Y que este canto por el mar se sienta!
Como no sentir a la paradisíaca isla de Vancouver y sus bellezas!
Se hace imperativo rescatar escritos inspirados en Don Rafael Alberti y compartirlos con ustedes.
Yo le tengo cierto temor al movimiento de los barcos, no soy amante de los cruceros pero enamorada de la mar. Cortos paseos en botes son tolerables y los siento, como viento en popa a toda vela. Me gusta viajar en el Ferry desde Santo Domingo a Puerto Rico.
Hasta el Otoño Isla hermosa!
Viajar en tren desde Vancouver al aeropuerto Seattle-Tacoma es una delicia y luego volar a mi destino.