Guardaré el aroma de la tarde
aquella en que asidos de las manos
vagamos por el viejo malecón
en un día de verano.
Guardaré el calor de tus manos
cuando nerviosamente cogió los míos
enlazando nuestros corazones
en promesas ideales.
Guardaré también tu sonrisa
esa que con disimulo
me prometía amarme por siempre
aunque el tiempo se borre
Guardaré la calidez de tus labios
que temerosa y llena de ternura
depositaste en los míos con sensualidad
dejando grabado en mi alma su sabor
Guardaré el sabor de tus besos
aquellos que sellaron las promesas
de un amor infinito
aquella tarde irreverente.
Quedará grabada en mi alma
la ternura de tus brazos
cuando ansiosa y confiada
prometiste amarme para siempre.
Lima, 22 de abril del 2025
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