¿Qué haces, princesa,
sin tu príncipe azul,
cautiva por apócrifos,
siendo tú poco común?
¿Qué haces, princesa,
si siempre estás divina?
No cambies lo que eres;
tus defectos, sin pena,
son parte de mi alegría.
¿Qué haces, princesa,
si todos son iguales?
Busca a alguien distinto,
que no viva en sus males,
y cuando todo acabe,
será un ser que vale.
¿Qué harás, reina,
cuando con galán camines?
El azul será el color
con quien mejor combines.
¿Conoces ya a ese caballero
que, cuando te alejas,
te deja incompleta?
Al fin, mi reina, podemos estar
sin reprimir lo que nos hace vibrar;
acercándonos a lo bueno,
rechazando todo el mal.
Sé que no vengo a completarte,
pues tú ya eres un total.
Por eso escribo estos versos:
no somos uno solo, somos dos en unión
con un destino que guía nuestro corazón.