Me acostumbré a tu presencia
Como las piedras al roce del río
Como las flores al abrazo del sol matinal
O las alas de la mariposa a la suave caricia del viento.
Sabe acaso la piedra de dolores y sombras?
Sabrá el sol del acoso persistente de las nubes sobre nuestro espíritu?
O la mariposa de la cómplice ignorancia del aire?
De tu ausencia nace un cauce seco y alas vacías de sostén
Y la penumbra se anticipa al día que no termina
Cubriendo su semblante con pesado velo
Que solo tu recuerdo logra contener.