Dai Rodriguez

Roberto

Soy consciente de quién era antes, cuando supuestamente amaba. Era yo quien se desquitaba los enojos,

distrayendo mis ojos con otros, borrando recuerdos en ciertos encuentros.

Pero después de cada tropiezo, fui aprendiendo lo que es amar de nuevo.

Aprendí a cuidar, a valorar lo más bello que tengo: a mi dulce Roberto.

Ahora, mis ojos no buscan más, porque ya encontraron paz. Y mis brazos no sueltan, porque al fin entendieron lo que es amar con verdad.