Se nos muere algo
y no sabemos lo que es,
se muere un poema,
y nadie alza la mano.
Se muere el Papa
y van a saludarlo
seres sin escrúpulos
que un día lo maltrataron.
Cada cual sepa
que con la muerte
no se acaba el relato.
Todos pasaremos
por el mismo arco,
con no más triunfos
que los arañazos
sobre la piel ya infecta
de polvo y ácaros.