Pertenezco a este mundo sin rumbo
donde el tiempo es un viaje al pasado,
donde por las noches cuento a las estrellas
y sin ellas tan solo me quedo soñando...
Donde mi sombra mendiga su oscuridad
y el deseo es como un beso desesperado,
donde las lluvias son obedientemente calladas
y nada dura más en mí que el humo de un cigarro.
Pertenezco donde hay espectros sin nombres
y corazones dormidos por el cansancio,
donde las ausencias saben robarle a la nostalgia
las tristezas que sabe acunar siempre el llanto.
Donde los espejos no revelan los rostros
y el vacío está encima de mis manos,
donde mis letras son como las hojas caídas
que el viento siempre las termina arrastrando.
Esta soledad inhumana es mi pertenencia
donde el silencio es su gran aliado,
donde mi alma guarda en sus profundidades
lo que en mí fue la pasión y terminó siendo pecado...