Un cuerpo afligido que se transforma en mariposa
convirtiendo sus dedos en alas que acarician
restaurando la mirada con imágenes de cielos
desnudando su tronco sin espanto y sin sexo
Un cuerpo abatido que se desvela melancólico
sobre las sombras inmutables que sorben la tarde
suscitando el misterio plomizo del crepúsculo
que aviva las entrañas
en el conjuro mágico de anhelos y deseos
Un cuerpo de labios sin sabores
de lengua envejecida que musita las palabras
de exudaciones que agonizan en la sequedad de la piel
de sueños enajenados que se niegan a morir
de entrañas que se evaporan como bálsamo de canela
de latidos que se aquietan recostando la cabeza
de tactos que se excitan percibiendo las nubes
de velos que lo cubren como lluvia en el campo
esperando la noche sin promesas de mañana