Duele el frío de tú partida
cuando menos lo esperaba;
cuando aún mi alma soñaba
en la piel no había herida.
Duele más que la misma vida
el dolor bravío y punzante,
se desangra en el instante
el tórrido amor consagrado,
y tanto deseo desbordado
sólo tus besos mi calmante.