No hay peor fraude que la tensión
antes de empezar a realizar la acción.
Falsa es esta sensación
pues lo que verdaderamente debilita
es la ausencia de preparación
aunque de vez en cuando
sea solo una imaginación.
No inicies un discurso sin preparación,
o peor, no improvises con premeditación.
Existe ahora una posible solución
cuando sucede con previa redacción
que es contarlo con convicción.
A pesar de esto, puede haber error
y no hay que tratarlo con horror
sino como pérdida de control
en la que un buen actor
proseguiría con buen humor.
Por ello sin más furor,
hay que seguir sin distracción;
sin olvidar que el error también es lección.