Adoradom

Descanso en el lago

Conduciendo voy,

Camino de tranquilidad,

Y armonía.

A un lugar de descanso,

Tras una larga,

Y dura jornada de trabajo,

Al lado de un lago,

Rodeado de pinos,

Abetos y encinas,

Tan solo se oye,

El canto de los pájaros,

La brisa que se siente,

Y si llueve,

El agua cayendo,

Golpeando con el suelo,

Dulces momentos,

Que no se olvidan.

En una cabaña,

De madera hecha,

Con una chimenea,

Que acondiciona el hogar,

Y la relajación aparece,

Sentado en un sofá,

Al lado del fuego,

Con un libro en la mano,

Se oye y se observa,

El chasquido,

De la leña quemándose,

Reina la tranquilidad,

Observando la luna,

Que por la ventana entra,

Su reflejo y me ilumina,

Me recuesto en mi sillón,

Con un vaso de leche,

A mi lado,

Disfrutando del momento,

Asentándome mentalmente,

En un mundo,

Placentero y tranquilo,

Viendo como el lago,

Me llama,

Y me da un gran pescado,

Que en una parrilla pongo,

En el fuego de la chimenea,

Asándose con las brasas,

Que aparte,

Mientras el fuego,

Ardiendo continua,

Al lado de las brasas,

Arde pacientemente,

E hipnotizante menté,

El tiempo pasa,

La radio suena,

Con voz bajita,

Una linda melodía,

Que me relaja,

Y me conduce,

A un estado de bien estar,

Que ganas de moverme,

No me dan,

Las horas pasan

El pescado se asa,

Y con buen vino,

Saboreo el pez,

Después un café,

Con lectura posterior,

Y dormido me quedo,

La mañana me despierta,

Con un dulce cantar,

De jilgueros,

O parecidos,

Agradeciendo la existencia,

 De la vida en esos instantes,

Aún encendido el fuego,

Y aprovechado las brasas,

Una cafetera hago,

Saboreando un rico café,

Que me sabe bueno,

Y una tostada,

Con mantequilla,

Ajo y aceite,

Y mermelada,

Salgo y me siento,

En el porche,

En una hamaca,

Mirando al lago,

Con agua clara,

Y cristalina,

Y el sol,

Reflejado en él está,

Una hermosa visión,

Que me gusta,

Los árboles,

El viento los mueve,

Las ramas danzan,

Al son del aire,

Pequeñas olas,

Llegan a la orilla,

Un paseo doy,

Por la orilla,

Vida se ve en el agua,

Pequeños renacuajos,

Comienzan su vida,

Alimentándose del fondo,

Un gran pez,

A lo lejos se ve,

Un gran salto pega,

Que, salpicando,

En el agua se sumerge,

Se me pasa el tiempo,

Y no me entero,

Se aproxima la marcha,

La vuelta al trabajo,

Son las doce de la mañana,

El sol va anunciando su bajada,

Lentamente,

Pronto toca comer,

Avivo el fuego,

Y una cazuela pongo,

Con pimiento, tomate,

Y cebolla,

Trozos de carne,

Acompañado de patatas en gajos,

Cociendo se queda,

Y continuo con mi libro,

Una aventura estoy leyendo,

Donde dos amantes,

Huyen de un mundo,

Malvado y cruel,

Mi mente una película monta,

Reflejando escenas,

Y momentos,

Con buen fin,

Y ambos juntos se quedan,

La comida hecha está,

Un buen plato me sirvo,

Y después mi café,

Recostándome en mi sillón,

A las siete como tarde,

Hare la vuelta a casa,

Dejo el hogar tranquilo,

Y apacible,

Hará otro día a más tardar,

Pronto volveré,

No sé si acompañado,

O no,

Pero ahí estaré,

Al disfrute de momento,

Que nunca se olvidan,

Y que siempre tendré.