Fernando Cerceau

NATURA

Suele pasar que, mientras espero una
palabra o un perfume para incluirlo en un
poema, me sorprendes con tu desnudez,
simulando un desinterés por las cosas que
te sustentan.
La tierra, completa y compañera, me
busca entre sus cuadros —¡tan inquietantes y violentos!—.
Debo aprender a adivinar sus caprichos,
a sentirla en el corazón y observarla
mientras se transforma y se adapta,
como lo hacen mi voluntad y mis límites.


Como las flores del alba o el sol recién nacido,
la verdad se reinventa sin prejuicios ni verdades menores.
Los renuevos del árbol que guían al
río son como frescas esperanzas
asomándose del tronco golpeado por las tormentas.
Sin embargo, los sentimientos y la
sangre humana se enfermarán en esta ciénaga
si no acordamos con la naturaleza un
desenlace conveniente,
un compromiso con los que no nos escuchan ni veneran.

 

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