Prometimos amor en la salud y en la peste,
y aunque la peste llegó… ¡el amor no se reste!
Yo con mis pastillas, tú con tu tensión,
y el gato encima como tercera presión.
Las cenas son pasto, la cama es terapia,
y el “te deseo” se cambia por “me da rabia”.
Pero ahí estás tú, mi cruz y mi herida,
mi receta eterna, mi mitad vencida.
Las noches son raras: hay ronquidos, alarmas,
el bip del oxímetro, y tres mil armas.
Cojines ergonómicos, antifaces fríos,
y dos cuerpos buscándose… entre escalofríos.
Ya no me llamas “mi toro salvaje”,
ahora me dices “mi osito con coraje”.
Y aunque el coraje me dura diez minutos,
aún te defiendo… con gritos diminutos.
Amar así es un arte absurdo,
es bailar con vértigo, lento y burdo.
Es reír cuando el alma ya va en bastón,
y decir “te quiero”… con presión y fricción.
Nos juramos en salud, ¡qué inocencia!,
¡como si el tiempo no tuviera violencia!
Pero aquí estamos, aún rotos, aún firmes,
como huesos mal soldados… pero con firme.
Y si mañana ya no me levanto,
hazme un favor: ¡haz drama, pero con encanto!
Ponme flores, sí… pero también el control,
que allá en el más allá, ¡veré Netflix, mi amor!