Cuando la aurora de tu presencia desaparece
y la noche su color oscuro atrae,
eres el demonio de mi cielo,
aquel que solo en un minuto
mi vida puede acabar,
quien roba mis sueños
y los oculta en el fondo del mar.
Pues entonces, ¿por qué te amo tanto?
¿por qué mi vida te quiero otorgar?
si todo lo que cae en tus manos
queda destruido en el más dulce de los besos,
en el calor anhelado de tus brazos,
en la esencia de tu piel,
en tu nombre, mi diablo.
Y solo tu mirada me cautiva,
esa mirada que asesina a quien la mira,
esas manos creadas para sofocar,
para ahorcar hasta matar
y tu cuerpo,
esa mezcla de fieras reunidas,
ese cuerpo sagrado consumido en dolor.
Más sabiendo que moriré,
de tus labios mi amado,
el dulce néctar quiero beber,
quiero morir en tu boca
y con un soplo de vida,
otorgado por el tuyo,
volver a nacer.
Ahora que pintas de luz se filtran por la cortina,
ahora que tu cuerpo se ilumina con el sol
y tu dormido estás,
quiero admirar la perfección divina,
la combinación demoniaca de tu existir,
quiero matarte en el silencio
y luego yo morir.