aimara

Magenta la curvilĂ­nea

Mastican flores los robles,
dolores crepusculares de la razón.
Lo viejo yace en el corazón
no entiende saber.
Los espejos cabalgan en su mirar.
Magenta la curvilínea que el tiempo olvido coquetea las noches.
Suburbios encendidos de pasión traspapelan la oración.
Amantes entre biombos.
Roble y magenta se declaran amor.
Vivan las manos segadas en los tiempos, ellas declaran lujuria encendiendo el verdadero amor.
Amor de crear libros contemplados, sentimientos anclados de los años.
Magenta solo es una delicada
Hoja otoñal sumida en un cristal.
Roble arquetipo lingüístico de las formas, papiro enclaustrado en la esencia pragmática de las logias.
Destroza como saeta nocturna devenida de los infiernos el corazón de la infortunada magenta, que en su soledad no concibió razón, entregándose a la melancolía
de su juventud perdida.
Estalla el infinito en lágrimas.
Magenta la curvilínea encántese de dolor.
Un nuevo libro nació, poemario magenta de corazones solitarios que escriben amor.