Quito, 15 de noviembre de 2010
23:00
No destierres mi reflejo de tus ojos
Pues la tormenta no ha cesado para mí
Mi corazón esta sangriento por tu partida
Como el ocaso que observamos aquella vez
Mis lágrimas te recuerdan en el susurro
Que pronuncian al caer del cielo
Pequeña sirena encantada
Déjame volver a surcar tus mares
Déjame acariciar un segundo más
Tu cabello de seda oscuro
Déjame bañarme en tu perfume encantado
Para perderme en tu embrujo no olvidado
Expresa tu querer profundo
Aquel que tienes guardado en tu baúl
Ese que aún late por mi respiración
Aquel que siente mi verso al leer
Desgarra la madrugada que me mata
Y mata de una vez a esa melancolía que no muere al amanecer
Sé aquella muñeca que conocí ayer
Yo seré tu príncipe encantado con errores y fracasos
Estas letras te proclaman vida
Pero hasta la pluma muere con tu ausencia
Regresa princesa escondida de mis labios
Que yo estoy muriendo sin sentir tu latir.