Mujer Placebo
Ayer jugué a quererte, mujer placebo,
entre lo boscoso de los cipreses
entre la naturaleza que pronto culmina
en la selva atorrante de los peces
en mi vida inundada de rutina.
Sucumbí como sucumben los barcos
que mueren y se siembran en el fondo del mar,
aflore mi garganta rasgada, solo para gritar
y hundí cual ancla mi pecho en lástima
pero esta vez para por siempre poderme ocultar...
Asesiné con mis uñas el pecho de un extraño;
tal vez, ese extraño de pecho difícil fui yo;
purifique mi alma con la saliva bendita de tus labios,
mendigue en las calles dolores ajenos
después de los míos haber agotado,
Y aun sintiéndome más perdido, acrecentando más
este dolor y este placer en el éter esparcido,
no hubo manera de no amarte
aun así usaste cruel estrategia para escaparte
pues para odiarme necesitaste odiarte
empañando cada espejo y cada reflejo
con un amor cualquiera
ilusión que se absorbe en la disipes
de una imaginación descontrolada,
no sufras más esta ausencia desesperada
y recuerda de mis labios
la poesía romántica, noches en la playa
mi boca en tu boca, el murmurar de una balada
es todo esto una llama que quise
en lo eterno permaneciera encendida
pero dolió despertar, y encontrarla apagada...