La lluvia es el maquillaje que usa Dios para embellecer las plantas. (Alejandro Díaz)
Todo ocurrió después de una fuerte tormenta. Toda el agua que cayó de las nubes corría por las calles y los campos, con destino a ríos y mares. Solo una pequeña parte del agua quedó encharcada y no pudo correr como el resto del agua. Quedo inmóvil, estancada, sin oportunidad de salir. Allí comenzó la tragedia de aquella pequeña charca.
Con el paso de los días fue ganando algunos amigos que llegaron para hacerle compañía, así al menos ya no estaba sola, allí entonces la charca entristecida comenzó a conversar con sus amigos.
- Tu podrías ayudarme a salir de aquí?, le preguntó al renacuajo
- En verdad es poco lo que puedo hacer, pero porqué te quieres ir, no estas feliz con nosotros?
No sé, pero siento que debo devolverme a mi sitio de origen
Luego preguntó a un grupo de larvas que atenta la observaban:
- Podrían ustedes ayudarme a devolverme a mi casa?
- Ay amiga cuanto daríamos por ayudarte, pero en verdad que no podemos
Y así le fue preguntando a cada amigo que llegaba, a las hojas secas, a los granos de arena, a las flores deshojadas y hasta a pedacitos de papel que de vez en cuando lo acompañaban también: pero nadie, absolutamente nadie podía ayudar a la charca a devolverse a su lugar de origen. Pobre charca, hasta llegó a pensar que ya sus compañeras de tormenta estarían disfrutando la frescura y pureza de su algodonada casa.
Estaba ya a punto de rendirse, cuando elevó su mirada y vio al sol en horas del mediodía, en pleno centro del cielo y entonces le lanzó la última súplica que le quedaba
-Amigo sol, podrá acaso usted ayudarme a devolverme a mi sitio de origen
- Bueno sé que te quedaste rezagada en este lugar y al igual que tus compañeras de tormenta mereces devolverte a tu casa, no te preocupes, te ayudaré!. Mas que una ayuda es mi trabajo, mi trabajo en parte es evaporar gotas de agua, eso es vital para mantener el ciclo hidrológico.
Y así fue como el sol con tibios rayos dejaba caer su calor en la charca y poco a poco fue calentando sus rayos hasta que la charca comenzó a evaporarse y alegremente se dirigía a las nubes, su lugar de origen, y mientras se alejaba en el espacio invisible, iba diciendo adiós a sus amigos y sonriendo a su amigo el sol en señal de gratitud.
Cuando la charca llegó a las nubes convertida en vapores de agua, allá la estaban esperando para devolverse a la tierra en la próxima tormenta que estaba pronta a caer, pero eso no la asustaba ya, porque sabía que si por alguna razón se volvía a quedar estancada, su amigo el sol cumpliría gustosamente su misión y la devolvería nuevamente a su lugar de origen para seguir su ciclo por la vida.
Desde ese día la charca
en insistente porfía
nos declama en forma grata
esta bella poesía:
El sol con sus rayos de oro
si calienta y me consume
yo contenta me evaporo
y me voy hacia las nubes.
Adiós renacuajos y larvas
no lloren por mi partida
que cuando la lluvia caiga
volveré muy sonreída
Esta amistad no se olvida,
me voy pero pronto vuelvo
en agua nueva convertida
cuando caiga el aguacero.
*****