ACABA viniendo como si fuese
una palabra articulada entre sombras
y mugre; viene y se establece en mis núcleos:
es el tránsito concluyente,
es el armazón que robé a oscuras
en el tanatorio de la vida que no viví
por motivos de augurio erróneo.
A veces es el alcohol, casi siempre
es la manera que tienen “los otros” de golpear
mi rostro de nieve incandescente;
ocasionalmente es una calle enlutada,
una conversación entre patriotas del verso
venidos a menos a causa del tránsito
que nos dirige hacia el mausoleo
donde habita el no-ser
y el incuestionable no-saber.