Estando yo en Portugal
en casa de Ernesto, mi hijo,
me llegó con regocijo
algo muy sensacional.
En una fría madrugada,
de pronto me desperté
y sorprendida quedé
porque estaba perturbada,
por un murmullo veloz
que mi cabeza rondaba
y de pronto yo escuchaba
una suave y baja voz
que decía con ilusión:
- no podemos esperar,
sólo queremos volar
a través de tu expresión.
Entonces me levanté,
tomé un lápiz y papel
y caligrafié sobre él
lo primero que pensé.
Expresé lo que sentía,
en los versos que escribí,
y así fue que percibí,
que vive en mí, la poesía.
Vero