Són sus ojos lúceritos de luna,
són sus manos gaviotas sobre el mar,
su sonrisa me devuelve la fortuna,
de poderlas de nuevo abrazar;
Es su llanto el dolor que hiere mi alma,
són sus juegos mi volver la vista atrás,
en su mundo no hay lugar para la calma;
nadie és menos,nadie és más.
En mi cuerpo llevo un aroma,
imprecnado para siempre en mi piel,
El aroma de mis niñas de miel.