Ardientes anónimos amantes
buscan cobijo sin sombra
para besos y abrazos furtivos
alumbrados por una farola.
Mar de castañas y avellanas
sobre un tapiz dorado de hojas;
el viento se mece en las ramas
hambrientas de abrigo que añoran.
Ardientes anónimos amantes
comparten el frío y las horas
y el banco de un parque sentados
por pura pasión de sus bocas.
Ignoran ayer y mañana
y viven el hoy y el ahora,
se abrazan, se besan, se tocan,
pues solo su amor les importa.