Quito, 08 de noviembre de 2010
21:04
Estaban en la alcoba vacía
Ella vestía su pecho desnudo
Él una sabana transparente
Se besaban en aquel mundo inquieto
Que estaba envuelto en dos almas
Los labios de él se esparcían
Como el humo de aquella vela acalorada.
Existió una pausa eminente
Un suspiro acalorado en aquel invierno.
Juntos se convirtieron en uno
Mientras él besaba sus manos
Ella tomo la rosa de la alcoba
Y la frotaba por la espalda de él.
Aquel momento fue incierto
Él inmóvil suspiraba lentamente
Ella solo sonreía con los ojos cerrados
Para aquella historia
Habían construido un templo puro y sagrado
Donde no existió música, solo gemidos.
La vela alzaba su fuego
Como el calor que sentían juntos
Esparcieron besos por la alcoba
Sin dejar un solo espacio sin probar.
Sus cuerpos se transformaron repentinamente
En una fuente de vida y fuego
Se amaron en aquel espacio, en sú espacio
En su tiempo
Ella cubrió su cara con su cabello
Él se recostó en el pecho desnudo.
Permanecieron callados
Por un instante eterno
Él mencionó que la amaba
Y ella lo acaricio hasta el amanecer.