ARIOSTO

MADRE

 

 

Cuando la tarde consumió tras una lenta agonía

hasta el último aliento de luz y apareció la noche

con su manto acogedor

has llegado tú

 

Cuando estas inquietas manos, abejas de mis sueños,

retiran pausadas la ropa que hoy me abrigó

y acompañó sumisa

vienes a ayudarme tú

 

Cuando ya los pies cansados de sostener y guiar

el velamen de mi cuerpo en el mar humano del encuentro

proponen entregarlo al descanso

vienes a acostarme tú

 

Cuando las llaves del silencio, agotado el día,

recogen y guardan con celo la multitud de voces

habitadas durante el día en la gruta del olvido

permaneces alerta tú

 

cuando yo estoy así, despoblado del color,

ausente y vacío temporalmente de vida

escondido en lo más hondo de la noche...

en mis sueños apareces tú

 

Cuando llega el nuevo día

con los nudillos golpeas mi puerta tú

y susurras en mi oído:

-Despierta, hijo mío –mientras besas mi mejilla.

 

Y en tus ojos resucito y entre ellos, madre, aún camino.