es penélope...
quien duerme
en un banco de madera,
en el anden desinfectado
de todo silencio
y de toda memoria.
llega a mis manos
-ella-
sin códigos postales
mientras la ciudad arde afuera...
soñando que llueve,
soñando con su ulises
trepando las fronteras
de una historia ya por fin
derrotada entre el perejil
y la rabia en una playa
sin autopistas
sin monóxido
al sur de ática.
y los versos
y el suspiro ciego
y la tribu de palabras
que se van llenando de labios.
edades repetidas sin asombros
sobre los escombros de tantas bocas.
penélope,
mi penélope,
-¿por qué me dejas en el umbral
de otro sueño, de otros versos,
con tu ráfaga de lunas azules
y con mil peces dibujados
en las jeringas y en las venas
de todo este cansancio
ya por fin desterrado?