Déjame que en ti sea
un mínimo lugar que no te deje
pensar con la nostalgia
en aquellas labradas palabras
que te dejaron huérfano de sol.
Déjame que en ti sea
mar al caer la noche
por atemperar tu sueño de hambre
con mis juveniles remedios
guareciendo, como siempre, tras los cristales.
Déjame que en ti sea
ese vino dulce sin tiempo
para beberte en vaso de carne y hueso
cuando sea necesario
cerrar la ventana.
Déjame que en ti sea
las alas que nunca te crecieron
porque la tristeza siempre fue mía
al aprender a perder y superar
cuando se viven tantas circunstancias…
Déjame que en ti sea
una hormiga hermana
en este largo detenimiento
de mieles sin labios, ni lenguas
que lamer el alma…
Déjame que en ti sea
Un silencio más a mi lado.
ANTONIA CEADA ACEVEDO