Dejaste
el suelo de los mortales.
Dejaste
una existencia,
herida por el tiempo.
Dejaste
un sufrimiento,
que te iba minando...
Dejaste
un dolor
de huesos rotos.
Dejaste
un corazón a medio camino,
ya gastado por las edades.
Dejaste
un aire
que respirabas jadeante.
Dejaste
unas neuronas
que te iban apagando...
Dejaste
una vida hecha pedazos
(no pudiste aguantar
más tiempo.
"Dios lo ha querido así,
bendito sea",diría en su creencia.)
Una lágrima de sal amarga
resbala por mi mejilla:
¡que no tengo la realidad
de ella!
(Mas yo no diría su creencia,
que yo diría " ¡malhaya el dios-Destino!,
que rotura
la senda...")
-salvador-
24-11-2010 Granada