Manonle

Carta de amor

Tengo miedo…amor…tengo miedo. No quiero perderte bajo un manto de olvido como hice con todas aquellas personas que algo significaron en mi vida, pero nunca nada semejante a lo que contigo siento, en este momento, en este instante, por siempre. Quiero recuperar tu cariño, el aliento de tu voz en mi oreja y descubrir que aun me deseas que no sea más que un espejismo esta situación en la que nos encontramos. Es algo tan angustioso…amor…algo tan angustioso el saber que estas en la habitación y que no acudes a mis brazo…yo, sólo en el salón petrificado por el tiempo esperando una respuesta y tú mientras obviando que estoy bien que no te extraño. Quiero que todo vuelva a su cauce y es que nada semejante, repito, sentí con otras mujeres, es contigo y sólo contigo con la que deseo estar con la que deseo pasar el resto de mi existencia, palabras duras puede…pero ciertas. No veo otro encuentro más fortuito que el nuestro sobre este planeta lleno de amor sin explotar. Que más da, lo que diga el resto, mírame a los ojos y dime…te quiero. Sólo eso, sólo eso. Me encuentro congelado, adormecido en un letargo de amargura sin saber como salir sabiendo que tú tienes la cura pero que no encuentro yo el elixir para extraerla. Aun recuerdo nuestras citas en el sofá de la casa, bebiendo cartón a pelo dejando que desear por todos los rincones y conociéndonos, no cambio esos momentos por nada, ni aunque me prometieran la vida eterna…a no ser que fuera a tu lado. Por que estamos así ahora, acude a mis brazos o yo a los tuyos pero dame una señal que me indique el motivo de nuestro distanciamiento. El cortar viene a mi mente como un rayo, como aquel que mató a Ramón Sijé, y las letras de Elegía vienen a mí cerebro para sorprenderme con nuevos fantasmas y nuevos ardores consumidores de mi alma. Tengo miedo…amor…tengo miedo de que leas este texto y descubras lo que siento, mis temores y que los utilices para causarme más ardores. Son pensamientos absurdos…lo se…debía preguntarte que te pasa y enfrentarme a los hechos a la realidad que encuentra más vida que la vida misma pero no se porque me refugio sin excusa apartado del resto para no saber lo que pienso, para no dar veracidad a mis miedos. Y es que lo único que deseo es que esta partida de ajedrez no acabe, prefiero que siga en tablas, que no encuentre final…por favor suplico…que ninguno de los dos logre el jaque mate.