EL SILBIDO
Las notas le acompañan en su lento caminar
La fusa, la semifusa, como gotas en el mar
La brisa de la tarde, no ha dejado de rondar
Y los pájaros reclaman historias para contar
El niño prende la mano, a la fuerza singular
Del dueño de las canciones que silbando ven llegar
La gente compra su paz, con miradas elocuentes
Y en el vaivén de su brazo, el cariño recurrente.
Tiñe el sol para sus años, capa de cielo cobrizo
Y rematando en su cola, rubíes color rojizo
Pasea el viento olores de naranjos y ciruelos
El niño hará coronas, con ellos, para el abuelo.
Siguen las nubes recreando, en remolino, el amor
Camina, silba, camina, displicente, sin temor.
En un árbol una lechuza, pájaro de mal agüero,
Indiferente lo mira, vencida, emprende el vuelo.
La memoria de los días acumula los recuerdos
Que guarda en caja que tejen los momentos y las horas
Sendero corto de mármol, queda por recorrer
Y el silbido que lo lleva con sus notas, sin volver
Teresa Ternavasio