Destiérrame de la luz de tu mirada
exíliame del arrullo de tu risa
envíame lejos de la sombra de tu pelo
congélame en la memoria de tu olvido
pero en esta noche triste
esta noche en luna llena
con aromas a jengibre
escribo desde mi cadalso
condenado a una muerte horrible
pero igualmente grotesca
que es la muerte por olvido
esa que solo el desamor entrega.
Ya no hay tiempo para culpas
no hay espacio en mi alma para rencor
pero tampoco sitio para la cordura
pues tu ausencia me lleva lánguido
a entregarme a los pies de la amargura
que no queda en el camino
de esta ruta de la cruel locura
que si ahora estoy llorando
es por la estúpida premura
de abandonar por fin los sueños
de tu amor, tu paz y tu dulzura.
Si mi corazón me lo gritaba
desde aquel primer momento
¡no me entregues no seas tonto!
¿que no vez que ya no aguanto?
pero… ah ¡la ilusión maldita!
de creer en el amor de nuevo
si se bien que mi destino
no es el ser feliz ni ser tu dueño.
¡Rabia! ¡Ira! y desconsuelo
ya no se ocultar todo esto que siento
no me importa si murmuran
están viendo caminar a un muerto
que se guía solamente
por tus huellas en la nieve
pero ya no sigue tu camino
porque tú… tú otra ilusión ya tienes.
Antes yo pedía al cielo
sus estrellas y su luna
unas nubes y auroras
para hacerte un trono y tu corona
hoy tan solo yo le pido
un rayo que sea certero
que atraviese mi pecho directo
y mi corazón calcine en un momento
que es más doloroso ahora
el saber que te estás yendo
que no sueltas el pasado
y que no te queda una mano libre
para aférrate al amor y a tu futuro.