Te miro desde la puerta ya excitado,
a tu cuerpo en penumbras y arrinconado
ya solo sin ropa transpirado,
que desfalleciente pide ser amado.
Ríos de lava de delirio caen en pendiente,
sobre tus pechos volcánicos irrumpen,
y mis entrañas su mandato cumplen,
al fluir del esperma ardiente.
Y en el gemir final sobre el hastío,
Sobre la carne de paloma herida
clavé mi garra de halcón bravío
haciendo vomitar de tu cuerpo nueva vida.
El desorden en tus cabellos acusa
Una noche de frenesí vivida,
El faltar de botones en tu blusa,
y en tu roja boca ya mordida.
L. MONT BLANC