Gente que corre a todos lados
gritos de niños que huelen cola,
pregones de hombres que ofrecen diarios
y de mujeres que muestran frutas.
Un loco estruendo de ómnibus llega,
cuando al chofer la hora apremia.
Y, de repente, alguien arroja en plena calle
yuyos y agua con desparpajo,
y en rara alquimia une a las aguas
que hediondas corren de las cloacas.
Grupos humanos que se apretujan
ponen a prueba las estriberas
y los camiones de pasajeros
con pestilencias de los sudores
y de perfumes falsificados
todo el cansancio llevan a cuestas.
En el poniente el sol se esfuma
y poco a poco llega el silencio.
Brisa y basura se unen a sombras
y en las esquinas las prostitutas
a sus clientes van aguardando.
05-03-92.-