Hay algunos días en la vida
que nada parece bueno
pero si tú enciendes el fuego
lo miras y te das cuenta
que siempre existe una puerta
que permanece abierta
la de la luz pura divina
la impulsada por los latidos
los tuyos, los míos
en un águila guerrera
la que en vuelo firme y franco
te busca y te comprende
te ruega hoy deposites
en sus alas tu lluvia heridas de llanto
para olvidar los vestigios
de aquellos momentos malos
que por ti han pasado
esos seres loables prendas
que bajo tu manto han estado.
No dejes de ser tormenta en la tierra de los males
no dejes de ser aliento en la vida de tus pares
no dejes de ser tu mismo
por ausencia crueles banales
que tan solo te desgarran
por ser un ser inocente, puro, confiable
trata de ser un ángel
que ilumina su camino
cual al tener un desliz
busca a la emperatriz
la dueña de sus temores
brindándole mil amores
en copas de oro y plata
para que no se rompa el hechizo
que tu gran amor lo hizo
llenarse de mil fragancias
de mentas y de circones.
No busques en los rincones
es obscuro y de mal presagio
busca en la vida, en la fuente,
en las manos de un doliente
y veras que la derrota
no es mas que un mal recuerdo
que te ha dejado heridas
que ya cicatrizaran
con caricias de princesa
la cual es tu realeza
la que siempre has de amar
la vida cruda, ruin, descolgada
ya no esta
hoy es pura lealtad
las que mis manos expresan
con coraje y humildad...
Beatriz Fernández