Trepidantes canciones marchaban ansiosas,
una a una enfurecidas y dañinas
confortaban ese restringir cautivante,
por sobre el cual un fétido poseedor de oídos ya sordos
se adueñaba de sonidos cambiantes,
forzando ya el eje,
y corrompiendo el tiempo,
bajo casi animales velocidades..
Entre éstas, fueron a visitar a una flor
dos danzantes bailarines durante cuadras de esperpento,
fingiendo una cordura cuasi sublime
en pos de disimular el manchado cetro
de su completa locura de uno hacia el otro.
Un Zaíno Carmín Níveo
el cual ve salir al día y se pregunta,
donde fueron esos demonios?
Mientras atisba en la coloreada paleta que provee
un amanecer del que se alimenta
como melaza pasmosa..
Una Cerúlea Índiga Mercúrea
pontificada en su verba aguda,
impresionando mas sin parecer moverse..
conllevando ese velo
de pura y maldita femineidad..
Ajenos y sedientos
virtúan entre olvidados bailes..
El árbol de levas
nuevo, el maravillar
intacto y el amar
que los llena..
Su espada
perdió su óxido,
aunque incluso
es mas roja
que mil barcos hundidos,
roja y de fuego..