No sé qué tienes, mujer,
que tus palabras me embriagan.
Las digiero y las deseo
como el sol espera al alba.
Eres culta y elegante
Y, sin embargo, sencilla…
Tus pensamientos son arte,
pues en ellos te cultivas.
Tú vas tejiendo pasiones
y futuros sin promesas.
Le das al tiempo su tiempo
y a mi vida tú la llenas
de esperanzas sin esperas,
de partituras inéditas…
que al compás de mis silencios
calan en mi alma herida.
Y por ello yo te quiero
y te doy gracias eternas
porque existes y me escuchas,
porque sientes y te agitas,
porque lees mis poemas,
que te llaman y te gritan
que aquí estoy yo, renaciendo,
esperando a que me digas
que el tiempo ya se acabó,
que las urgencias se avivan,
que hay fuego en tu corazón,
que yo he prendido con chispas…