El azulado se abrió en partes,
las nubes su pleitesía dieron,
lo silencioso de su estandarte
brillaba la imagen que vieron.
Un ángel sin alas en la tierra
de voz femenina y cautivante;
regadora de brisas mañaneras,
afloraba su belleza dominante.
Su blanco celestial de pureza
un vestido de gala resultaba
con deseo de bailar una pieza
en la pista amorosa instalada.
Transformado en luz festiva
el sol con la luna se camufló
eclipsando la danza bendecida
con el tinte rosa que enamoró.
La divina pintura renacentista
de sus ojos empalagaban colores
delirando de éxtasis toda vista
al querer observar sus primores.
En comunión sonaron armonías
delineando la eternidad afectiva
donde el pulso vacio de agonía
marcó pasos de danza posesiva.
La perfección de ese ángel caído
definió un estilo de ritmo nuevo
siendo un amor el vals amanecido
para volar con alegría por el cielo.
Vito Angeli