En mis dedos se entrampa una caricia,
el suavísimo tacto de sentirte...
en mi mano se ahoga este deseo
de quitarte la ropa con justicia.
En mi boca se amarga el placer bello
de pensar que te asalto un beso ajeno;
en mi pecho agoniza el arrebato
de sentir la erección de tus dos senos.
En mi cuerpo sensible frustrase algo
-quizá algo que pienso y que no digo-
quizás algo que lleva a mi organismo
a alterarse, y desear tu ser prohibido.