Estos pies que enmarcan el horizonte, hoy por hoy
blancos y fríos: no se diría que ayer, ardientes y
ennegrecidos, se poblaban de guijarros perseguidos
por la calma.
Este pecho y este vientre, que disfrutaban de
antaño a guisa de almohadas, el sueño de las que
hoy huyen.
Sigue viajando el colchón a media capacidad,
sigue mi mesa de noche sin conocer tus sostenes;
sigue el mundo, el silencio; las noches y el frío
pasan campante sin visitar mi ventana.
Sigue girando un recuerdo en mi abanico de techo,
un vacilante reloj amenaza en detenerse, canta el
gallo antes de tiempo: no te he negado tres veces.