Querido tormento:
Hoy, bajo el cielo oscuro,
mi alma se niega a seguir,
se niega a vivir por un muerto,
a jurar amor eterno a quien se ha ganado su odio y desprecio.
Mas tú renaces de las cenizas que dejó el fuego de mi desprecio
y profesas amor, juras fidelidad y pertenencia absoluta a esta mortal,
ahora queda preguntar si alguna vez fuiste fiel,
si alguna vez pude llamarte enteramente mío.
Mirando nuestro pasado,
busco o trato de buscar,
en que parte de la historia el amor se perdió,
en donde preferimos una mentira complaciente
por no escuchar una cruel verdad,
la misma que evitamos y ahora que quiero afrontarla,
tú te ocultas tras dolencias,
tras excusas para no dejarme ir.
¿Por qué mi alma aún te es consagrada?
¿Por qué no puedo simplemente pasar esta página
y seguir el libro de mi vida?
Si sola he de terminar, pues bienvenida la soledad,
ya sin lágrimas para llorarte más,
sin amor que profesar,
sin sentimiento hacia ti más que ira, odio, desprecio y dolor,
Pero sintiendo todo esto aún te llamo amor,
aún eres mi amado,
un condenado a mi odio y amor;
odio y amor que me cubren los labios para no poder decirte adiós
y así tú me amas
y así tú me esperas,
el ser oscuro e infernal espera a su dama,
la que lo odia y lo ama,
la que lo mata y vida le da,
la que es suya y ya no le pertenece más.
Imaginando un regreso,
quizás un volver al tiempo
en que era felicidad el uno con el otro estar;
más quiero decirte que eso ya no ocurrirá,
lo que nos unía nos separó
y la confianza que tenía
en un mar de mentiras se desvaneció,
pero hoy decidí dejarte atrás,
cerrar esta historia y colocarte en mi ayer,
aunque mi vida y mis sueños te entregué,
aunque quise amarte hasta el final y
contigo mis días terminar.