Ana Maria Delgado

INTROSPECCIÓN

En la sacra región de mi intimidad,

en donde prevalece el libre fuero,

a la cual nunca

a nadie se le ha permitido llegar,

desde hace un corto período

algo da señales de existir,

a cada segundo

se siente su arrojo,

sus movimientos

desordenados y decididos,  

los que provocan

un dolor insostenible

que me hace

contemplar de cerca,

el trono desde el cual

rige la muerte,

que sedienta me mira

con sus ojos enormes y agudos,

deseosa de abrazarme

y esgrimirme a su capricho.

 

No sé aún que es,

pero se siente

hace parte de mi,

me acompaña inseparable

en la épica faena

de mi habitual vida.

 

Son incontables noches,

días y horas lentas,

en las que divago,

diserto, cruzo ideas,

razono…

intentando descifrar

totalmente o por lo menos

una ínfima parte,

esto que siento crecer

inevitablemente.

 

Con ansiedad

hilvano gran cantidad de palabras  

conjeturo un sinfín de respuestas,

indago en repetidas ocasiones

en mi diccionario personal,

pero no encuentro

respuestas congruentes …..

solo banalidades.

 

En un repetitivo circulo tortuoso,

sigo rumiando sobre lo ya pensado,  

mientras ese algo

internamente crece

y lucha encarnizadamente

por salir, por hacerse visible,

por respirar aunque sea

este fétido aire

que me asfixia

y aminora mis fuerzas.

 

Va devorando mis entrañas,

se alimenta de mi sangre,

me va vaciando…

y al sentir

que mi vida se va extinguiendo,

en aspiración final

vuelvo a perfilar, a intuir  

un manantial de hipótesis,

las digiero y las desecho,

y una y otra vez

retorno al mismo proceso,

hasta que repentinamente,  

se abre el telón de fondo,

del teatro oscuro

donde se presenta mi comedia.

 

POR: ANA MARIA DELGADO P.