azor314

Javier Heraud (Peru)

POESÍA DEL OTOÑO

¿Por qué me acechas de este modo, poesía?
¿Por qué me persigues insistentemente?

Bien sabes tu que nunca te he llamado
Y menos ahora en que espero el otoño
Sentado entre pardas bancas de marzo.
¿Pero qué sabes tú de las cosas?
Nada te puedo explicar.
Si te he amado y poseído entre las noches
Ha sido porque tu me lo pedías
Y porque venías hacia mí, no te buscaba.

Sí, lo sé, no me lo digas,
yo accedí blandamente a tus llamados
ridículo y viejo
sumergido en las montañas y en los mares.
Nunca te he buscado, poesía,
ya no te busco,
te siento ahora en mi garganta.

Yo no puedo librarme de ti,
y no es que esto me haga llorar,
ay,
pero sucede que te vuelves excluyente
y no puedo poseer a la noche y a la luna,
ya no puedo poseer a los ríos ni a los mares
como la poesía de niño:
acariciándolos y dejándolos partir.

Hoy los retienes entre tus finas manos,
y cada noche,
y cada luna,
y cada río,
y cada monte,
es diferente al que grabaste en los árboles,
diferente al que escribiste,
diferente al que ahora imaginamos.

Y así como llenas centenares
de páginas sobre el invierno,
o sobre la primavera,
o contra el verano
o a favor del otoño.

Y siempre repito los mismos mares,
los mismos ríos, las noches,
pero que nunca son iguales para mí.
(Para otros pueden ser idénticos
las lunas o las noches,
o los días del otoño y del verano).

En estos días, por ejemplo,
nos hemos sentado calladamente
a cantar el advenimiento del otoño.
Y qué se va a hacer,
el canto ya está escrito
y no puedo ahogarlo ni destruirlo,
porque contra ti, poesía, nada puedo,
porque contra ti nunca he podido,
porque contra ti nunca podré.