Toni Arriaza

Una de princesas, otra de guerreros

Cabalgan cientos de caballos,
blancos, de fuertes patas.
Cabalgan al trote, sin destino,
estampida de caballos, sin rumbo definido.


Por tierras secas, marrones,
antes, prados verdes.
De horizonte sin fin,
de paisajes lineales, montañas sin perfiles.


Cientos de caballos cabalgan sin rumbo,
jinetes sin aliento, Mandoble en el costado,
de valientes batallas,
viaje al deseado descanso.


Ya ha acabado la guerra, valerosos guerreros,
ya amanece, cielo azul.
Victoria teñida de rojo,
campo sembrado de despojos.


Final del camino, lustroso castillo,
agitando blanco pañuelo,
princesa en lo alto de la torre,
reina de rubia melena.


Muchas vidas se han perdido,
reino salvado de forajidos,
que con coraje sufrido,
tesoros habían cogido.


¿Dime rey de yermas tierras,
si bien hemos hecho,
cosechando almas del mal nacido,
tendremos larga vida, perdón del Divino?


Vosotros, caballeros del Rey,
al reino os habéis debido,
pues yo con mi sentido,
a mis hijas os he prometido


La mayor para vos,
de ojos azules, piel de melocotón.
Para su escudero, la menor,
de ojos grises, la de mayor corazón.


Abriendo los brazos, abarcando al gentío,
el rey hablo, y los deseos concedió,
oro, plata, y hasta carbón,
pues las chimeneas con buena lumbre dan más calor.


Anochece en el reino,
de sombras alargadas, cielo perlado,
lechos en compañía,
amor por los cuatro costados.


Hoy el pueblo sueña en paz,
descansa entre abrazos de enamorados,
acurrucados los amantes,
en alcobas bien ardientes.