Si el amor del alba acariciara... mi tarde,
en alegría infinita volviera mi carne,
hermosa doncella de alma pura,
inmaculada fragancia... aroma de dulzura.
Ella... majestuosidad divina,
suplemento de la vida.
Imponente castigo del cielo,
en el purgatorio de mis días,
o suprema oportunidad
a mis pies rendida.
Si los hombres mi penar tuvieran,
la comprensión en si, se formaría,
sin judicar las cuestiones del alma,
y a un maravilloso querer... se volvieran.
Carlos R. Barrera