Cada mañana,
el dios de los vientos
acaricia sutilmente
tu bello rostro.
Esparciendo en la atmosfera,
el suave aroma de tu piel,
impregnando a la naturaleza,
las aves silvan dulcemente
las flores radiantes . . . . .
abren sus petalos, al percibirlo
en el ambiente.
Todo lo obscuro y gris,
cambia a luz y alegria
tu escencia todo lo transforma.