Tienen el color del mar
confundido con el cielo.
Son profundos y son tiernos
y al mirar transmiten paz.
Son como espigas de trigo,
que se doran con el viento
los mechones de tu pelo,
que se mecen entre rizos.
Y la sonrisa que mana
del manantial de tu boca
me refresca y me provoca
y a la vez me incendia en llamas
Sobre el lienzo de tu piel
el sol dibuja sus besos
y se adormece entre sueños
tostados por su pincel.
Y así, mi alma dormida
cuando te ve sólo añora
que no transcurran más horas
con sabor a despedidas.