Tú eres poesía,
tú eres mi mujer,
tú eres mi locura,
tú eres mi manera de ver,
tú eres mi instinto de vida
y de mi muerte lo sé,
el doblar mis rodillas
y el de mis lagrimas también.
Porque a pesar que para los hombres el sentimiento por las mujeres es un fenómeno accidentan, que pasa como una ráfaga tibia de aire y se va...
Pero cuando ella entra en tu alma, ¡Ay madre querida! Nadie sabe lo que se puede pasar.
L. MONT.